lunes, 7 de abril de 2008

Confluencia ética en el individuo, el profesional y el investigador.

Agustín Oramas Bustillos
Universidad del Golfo de México
Grupo 05 sede Culiacán Sinaloa

Resumen

Se aborda la idea de confluencia entre la ética del individuo, el profesional y el investigador, referido al concepto de consciencia ética y al desarrollo de las ideas de Edgar Morín y otros autores. El hilo conductor se construye desde la propia definición de conciencia y ética a manera de aproximación, hasta llegar a la diferenciación, pero no a la exclusión ni la supeditación del concepto de consciencia ética planetaria a las particularidades en cada confluencia.

Palabras clave

Conciencia, ética, moral, realidad, posibilidad

La conciencia ética

En el análisis de la confluencia de la ética en las tres dimensiones: individuo, profesional e investigador; es necesario partir de una aproximación al concepto de conciencia ética. Sin esta posibilidad, no podemos desarrollar los argumentos necesarios en el desarrollo de cada uno de dichas dimensiones. Empezaremos por dilucidar a que se refiere la conciencia ética en dos vertientes: diferenciado primero a la ética y la consciencia. No es pretensión reduccionista ni de revelar en sentido estricto la relación de ambas concepciones, sino, de tomar un referente para navegar con menor incertidumbre.El término ética en muchos casos se ha tomado como sinónimo de moral. Dicha distinción, establece que la idea inmediata de definirla como un tratado de la moral escapa a su verdadera comprensión. En este sentido, los verdaderos fundamentos de la ética y de la moral se pueden establecer en dos puntos: por una parte lo referido al ethos, y por el otro referido al mos-moris (Filosofia.org, 2008), la primera considera al individuo y su comportamiento como producto de su propio carácter, es decir, lo que proviene de la propia actividad y de su circunstancia. El segundo referido más a las costumbres privativas de los diversos grupos sociales. Los dos se refieren a las acciones que pueden ser valoradas, según cierta normativa, pero por motivos diferentes; unos internos: los éticos; otros por la presión del grupo social: los morales o referidos a la costumbre en un sentido muy genérico. Sin embargo lo que encuadra a ambos, necesariamente es la reflexión, que finalmente no escapa a la tensión entre trascendencia y vida material (lo humano en la existencia).La conciencia desde el punto de vista de la teoría crítica de la filosofía, se configura de manera dialéctica, en la correlación que se genera de múltiples sujetos con múltiples objetos; y de hecho del contacto de estos sujetos con otros (Filosofia.org, 2008).
La premisa fundamental es que el hombre vive en contacto siempre con otros hombres y su relación es compleja. A nivel individual, la conciencia, se refiere más a procesos de tipo cognitivo, tal como la diferenciación que el individuo hace de sí mismo con respecto a toda la realidad (Wikipedia.org , 2008)Tenemos, entonces, el conocimiento que nos ubica como parte de la realidad y al mismo tiempo nos permite vernos diferente de ella; nos identificamos como únicos. Este conocimiento hace que interactuemos con nuestro entorno de manera muy particular, trascendiendo a la pura necesidad de otras especies animales menos desarrolladas, en el sentido del potencial que tenemos para desarrollarnos más allá de lo instintivo y primigenio. Las posibilidades de la conciencia, entonces, solo se refieren a ciertos mecanismos aun no definidos de nuestro ser físico-fisiológico, en su interacción compleja con la realidad, y a la reflexión filosófica acerca de su existencia.La advertencia primera sirve ahora, para justificar el hecho de buscar una aproximación por separado y después unir los conceptos. No es la pretensión elucidar que tan bien armamos la relación conciencia y ética. Esto nos sirve para poner en relieve lo que subyace de ambos: la acción del hombre en su contexto.Las relaciones complejas de sujetos-objetos estableces las premisas para el surgimiento de la conciencia; esta diferenciación del individuo con respecto a los demás y de la realidad; establece las bases para su interacción múltiple. De la reflexión de su propio actuar, propio o impuesto (lo que a la ética o moral corresponde), se establece la posibilidad de realizar cierta acción o de no hacerla. De la reflexión continua de sus acciones, de sus posibilidades y necesidad, surge entonces; la verdadera conciencia ética; es decir, la reflexión sobre los valores asociados a las cosas que hacemos, de establecer escalas de mayor a menor; de polaridades como: bueno-malo, conveniente inconveniente, etc., sin agotarlos o limitarlos.No escapamos con esto aun reduccionismo utilitario de la conciencia y de la ética; pero nos sirve de referencia para el abordaje del tema.
El motivo fundamental en hacerlo de esta forma (simplista) nos permite salvar un poco las dificultades filosóficas, no por ello menos importantes, que nos alejarían del foco principal, que es la argumentación sobre la posibilidad y necesidad de incorpora la conciencia ética en las dimensión individual, profesional y de investigación.

Entre la posibilidad y la necesidad como premisa

Con el argumento de la conciencia ética, empezaremos por mencionar que la posibilidad de la misma, deriva de la elaboración histórica social de las representaciones de la realidad. Desde las civilizaciones más antiguas, hasta nuestro tiempo seguimos construyendo y reconstruyendo la realidad, y cada nuevo descubrimiento en una parte de ella, la configura de formas distintas. Pero en la percepción o conciencia de la realidad surgen errores e ilusiones. Tomaremos a partir de aquí, el hilo conductor que Edgar Morín (1999) planteen su artículo Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Para Morín, todo conocimiento, de si mismo o de la realidad lleva la amenaza de la ilusión y del error, dado su carácter de traducción por los sentidos, a conceptos que la representan (Cf. Morín,6). Es precisamente esta representación la que puede ser afectada, dada la condición subjetiva del ser humano y de sus afectos. Si bien el conocimiento científico permite la detección de errores, no escapa a la humana dimensión, y de su propio desarrollo en algún horizonte mental, mágico, místico, religioso, sistémico. En lo que toca a la conciencia ética, el hilo conductor nos lleva a el tema de los errores de la razón, que Morín plantea desde el ser racional, en la actuación lógica y consciente, pero posibilitando una lógica de la autojustificacion y que en lugar de racional, se vuelve racionalizadora, convirtiendo nuestro actuar como fin para si, o para el grupo, derivando en egocentrismo, etnocentrismo y sociocentrismo; donde las acciones se justifican solo desde la perspectiva de grupo o del individuo, siendo estos mismos “impermeables” a otras visiones, concepciones e incluso otra formas de existencia (Cf. Morín,7) . Morín establece que los paradigmas se convierten en una fuerza que lleva a lo dogmatico, a la generación de estereotipos cognitivos, que permean toda la acción del individuo. Se convierten en determinismo como el de amo-esclavo, que se establecen desde la perspectiva ego-etno-socio céntricas como justificantes para actuar o descalificar a otros; actuar marcado por la incomprensión, que nos ha llevado a las grandes catástrofes sociales y miserias humanas. Nuestro hilo conductor llega a Morín hasta la ética de la comprensión, en donde a los grandes problemas de la humanidad, solo nos queda la comprensión de manera desinteresada; es decir la de una verdadera conciencia ética; nuestro enunciado se amplia de la acción consciente del hombre en su contexto, a la idea de que debe ser desinteresada; es decir sin esperar nada a cambio, sin condenar, reconociéndonos en el otro, al que no piensa como yo, o como nosotros (ética o moral). Las posibilidades entonces para una verdadera conciencia ética estarán cimentadas en el desarrollo de un pensamiento crítico, de autoanálisis (Cf. Morín,51), de nuestras propias comprensiones e imperfecciones, en la acción y en el pensar.Lo que posibilita es la necesidad. Pero en este sentido, nuestra necesidad de comprensión, de que nos comprendan, de nuestra propia necesidad de conocer de manera objetiva nuestra humana existencia, escapa cada vez que pensamos tenerla aprehendida. La imposibilidad de nunca llegar a tenerla no quiere decir que no debamos aspirar a ellas. Nuestras necesidades son racionales y emocionales y de naturaleza compleja. El sentir la necesidad de un abrazo, del reconocimiento de los otros, de la misma trascendencia en el universo, plantea su propia posibilidad que es inherente solo a la especie humana. No es solamente una necesidad primitiva a la manera de las necesidades fisiológicas, es una necesidad de ser reconocidos, identificados, comprendidos, en nuestra propia circunstancia, sin que seamos indiferentes a la condición humana de los demás. El gran peligro que menciona Morín en el tema de la apertura subjetiva (CF. Morín, 51) se refiere a esto; dado que en un momento no determinado podemos caer en la indiferencia, a encerrarnos en nosotros mismos y ser insensibles a la condición humana “de los otros”.La posibilidad de una conciencia ética nace precisamente de estas necesidades, y que Morín establece de manera generalizada en una educación para una era planetaria. Desde el punto de vista del reconocimiento de la propia existencia y de los desarrollos culturales diversos, surge la necesidad de una conciencia ética, no solo relativa al individuo- grupo, sino ahora con una visión dirigida a configurar la conciencia ética de nuestra propia especie, que se ha desarrollado como un nuevo horizonte mental, superando y al mismo tiempo incluyendo lo mágico a lo científico; la extrema bondad y las peores horrores de tortura o muerte. Esta nueva era esta dominada por grandes avances científicos, tecnológicos, que a su vez degrada a su entorno y al mismo hombre, grandes ciudades con todos los beneficios de la modernidad y grandes cinturones de miserias. Sus inicios son marcas arbitrarias y didácticas, ya que se ha conformado lenta pero inexorable a lo largo de lo historia sin tener un punto fijo; pero podemos decir que en los ultimo 100 años, su desarrollo ha sido tal y diferenciado de la lentitud de siglos pasados, que en la actualidad nos vemos arrastrados a una vorágine tanto de información, descubrimientos, nuevos artefactos, que nos es imposible determinar que de nuevo existe en el mundo. Lo que percibimos ahora, es una visión global que nos lleva a vivir de manera distinta. Como menciona Illich (1985): Desde la época de Bacon, los europeos comenzaron a realizar operaciones indicadoras de un nuevo estado mental: ganar tiempo, reducir el espacio, aumentar la energía, multiplicar los bienes, echar por la borda las normas naturales, prolongar la duración de la vida, sustituir los organismos vivos por mecanismos que simulen a amplíen una función particular.De ahí la necesidad de la conciencia ética. Alargar la vida a costa de que, o con la consciencia de sus repercusiones, vivir con mas energía, eléctrica, física, mental; pero a costa de quemar bosques, de atrofiar la propia fisiología, de alienar nuestra mente y en suma, de acabar con nuestro planeta. Nuestro hilo conductor llega hasta aquí para ampliar nuestro planteamiento inicial de la consciencia ética, en un principio como la acción reflexiva del hombre en su entorno, ampliada con la idea de un pensamiento y una acción desinteresados, democráticos, introspectivos, cimentados en el desarrollo de un pensamiento crítico, de autoanálisis, en la colaboración con los otros, en la tolerancia y respeto a la dignidad de los demás. Una de las contribuciones que nos parecen más perdurables en la historia de las religiones es el relativo a la caridad y la austeridad. Caridad en el sentido de darse y dar a los demás lo que de uno mismo es o tiene; austeridad en el sentido que menciona Illich (1985) refiriéndose a las ideas de Aristóteles y Tomas de Aquino, como aquello que establece las bases de una amistad, “como una virtud que no excluye todos los placeres, sino únicamente aquellos que degradan la relación personal”. (Cf. Illich: 1985,7)

La ética del individuo, la familia y el investigador

Nuestro hilo conductor, nos indica ahora con cierta aproximación, que la conciencia ética no se puede pensar solo desde lo individual familiar, profesional o desligado de la labor del investigador.La ética del individuo es la ética de la familia, nace en ella, y se sigue alimentando durante toda la vida. En este sentido debemos superar a los relativismos y a las “malas conciencias”. En los diarios de todo el mundo, observamos como se erigen individuos, grupos o sectas, capaces de llevar a grandes multitudes al holocausto, a la propia autoinmolación en aras de conciencias falsas. Al hablar y calificar de conciencias falsas, se hace desde la perspectiva de esa identidad planetaria que en un momento determinado debemos tener, bajo los preceptos de la conciencia ética al cual nos hemos aproximado de manera muy superficial. La conciencia ética en lo individual nace solo en la cultura, y por lo tanto debemos preocuparnos por enseñarla, sin embargo un curso de conciencia ética no resuelve el problema ni garantiza que alguien la tenga o no. La promoción de acciones y su consecuente reflexión, que tiendan al cambio para una vida más democrática deberá ser el camino a seguir. Los fines de una educación así planteada, pretende la formación integral de lo humano, en la conciencia de que la especie se ve amenaza por la propia especie, que nuestro devenir es incierto, pero probable. Cantarell (1999) plantea que la ética debe posibilitar que cada quien goce un estándar de vida en congruencia, con la posibilidad (necesidad) de que cada quien pueda ejercer su propia autonomía como ser humano integral. Enfrentado claro esta, a las profundas contradicciones, propias del mundo complejo; entre la crisis de lo político; el desarrollo irregular y polarizado de lo social ; de las grandes desigualdades económicas; de la violencia y la corrupción, y que no es fácil, mas bien complejo las determinación de lo malo o lo bueno, y que no solo se trata de “salirse con la suya” (Cantarell, 2001).
Los estudiosos de la filosofía, plantean la formación del sujeto moral autónomo, que seria una de las mejores referencias para avanzar en el telón Moriniano. En lo individual este sujeto moral se da en un desarrollo evolutivo, congruente al grado de madurez social y cognitivo según Kohlber,(citado en Buxarrais et al ,1997), se llega a la confluencia entre Morín, Illich , Buxarrais y colaboradores, en el sentido de la finalidad; la cual debe ser para “ enfrentar críticamente a la realidad y para la convivencia” ( Buxarrais et al , 1997)La conciencia ética en lo profesional debe responder también al destino del hombre, sin embargo existen algunas especificidades que merecen comentarse. En cierto sentido somos funcionales a un sistema, es decir, si trabajamos en una empresa, debemos interpretar y jugar un rol que nos es impuesto y del cual se espera que actuemos de cierta manera. Cantarell (2001) establece que en este sentido, la responsabilidad y el deber juegan un papel preponderante. En la labor docente se espera que enseñemos, y que más lejos de ésto, “formemos” hombre integrales, para su integración a la vida social y productiva, con capacidades de utilizar los nuevos conocimientos y las nuevas tecnologías, y más. Se nos confiere una responsabilidad tal, derivada de la profesión, pero que en este ámbito, es un deber al mismo tiempo: es imperativo; es lo que estamos obligados por el hecho de ser de una profesión específica. Al doctor se le espera que cure, pero no como simple responsabilidad de serlo, sino como una obligación inherente a su propio desarrollo profesional. Cada profesión resalta una seria de valores, en la construcción de una ética específica; pero en muchos casos olvidando la verdadera finalidad compleja multidimensional de la misma. Podemos destacar de manera general que la confidencialidad, la veracidad y la fidelidad, es algo a lo que están obligados y que se establece como norma de actuación a cualquier profesional (Cantarell, 2001).En la labor de investigación, la cual pude ser llevada por cualquier individuo, grupo o institución; que tenga la competencia necesaria para hacerla con propiedad; podemos afirmar nuevamente que, nuestro hilo conductor sigue vigente. Al mismo tiempo suceden cosas diferenciadas en este ámbito que mencionaremos solo de manera muy breve.La visión de los científicos de hace dos siglos, llegan a nuestra mente con velos de penumbra, llena de mitos y realidades descubiertas (a términos científicos) pero descritos en lenguajes místicos, o a la manera de recetas mágicas. Aquellos que se animaban a realizar algo distinto a la norma antigua, eran llamados brujos, hechiceros o diablos, y los quemaban vivos, encarcelaban o colgaban, los principios éticos de la denominada investigación eran dictados desde fuera, más precisamente desde la religión. Algunos cuestionamientos partiendo de estas ideas, es que el hombre siempre ha sido consciente de su propio potencial (lo que es posibilidad y necesidad en virtud de la existencia, siguiendo a los postulados Kantianos), y ha crecido con la idea de que a los limites de su humanidad, se pude transcender, incluso mas allá de la propia humana existencia, uno de los caminos es la visón a la manera del cristianismo, en donde se plantea una vida futura. Pero el hombre material piensa no en esa transcendencia, sino en la continuidad de lo material. Lleva esto al hombre a trasgredir las propias normas éticas –morales, para lograr su propósito, no importando nada más que su fin en si. Pero la historia nos devuelve un mounstro, una creación que cobra consciencia y se vuelve contra su creador. No estamos lejos todavía de esa visión, en donde ahora la fecundación in vitro plantean nuevas reconstrucciones del concepto de lo familiar; incluso desde la definición de individuo. Se plantea una nueva diferenciación humana: o se es nacido de madre y padre; o creado-manipulado desde un laboratorio genético; aun cuando los elementos sigan siendo los mismos, en lo biológico. En lo social se plantean nuevos retos para su definición; es probable que surja una determinación de estatus social en consideraciones del mapa genético y no de la circunstancial forma de llegar a este mundo.Lo que posibilita la investigación no es necesariamente lo que determina que deba hacerse o no. Sin embargo muchas investigaciones se hacen fuera de toda consideración ético-moral, en detrimento y extinción de casi todo lo que conocemos en nuestro pequeño mundo. La labor investigativa es necesariamente una labor que necesita de una formación específica, pero en el marco de la conciencia ética global. Rojas Soriano (1992), menciona que todavía no llegamos a configurar una verdadera formación de investigadores, las omisiones y transgresiones se dan en el marco de la ignorancia, desde la acción propia de investigar, hasta el momento de presentar resultados en algún documento de difusión. Según Rojas Soriano, abundan los plagios, y no solo entre estudiantes, sino entre profesionales de la investigación y autoridades diversas. Siendo el plagio algo cotidiano. Señala Rojas Soriano que urge incluir en los programas educativos, espacios donde se discuta, se muestre, se haga patente, la necesidad de actuar de manera ética y salvar el escollo de la deshonestidad académica y de la gravedad jurídica derivada del mismo hecho.

Conclusiones

La conciencia nos lleva a identificarnos como seres biológicos con interdependencia de nuestro planeta, como seres en devenir histórico-social, como individuos y como colectivos, interdependientes de otros individuos y colectivos. Así, Morín llama a una conciencia antropológica, ecológica, cívica terrenal y espiritual dado que estamos unidos en todas estas dimensiones. La labor ahora es enseñar al hombre a autodefinirse como un civil planetario, perteneciente a un grupo o familia planetaria, conectado a todas las inteligencias planetarias en la labor de investigar la propia realidad y su trascendencia como individuo - especie. La posibilidad de extinción como especie, que se nos presentan a principios del siglo XXI, posibilitada cada vez más por los avances tecnológicos, obliga a la creación de este tipo de conciencia. Morín no establece de facto como debemos aproximarnos a una identidad planetaria compleja (Cf. Morin, 37), pero deja el telón tendido de bucles para que caminemos por el. Sin pretender llegar a la santidad o la falsa ejemplaridad podemos decir con Ortega y Gasset (1986), que transitamos entre la perfección de las acciones, con el imperativo de ser solo para si y no para los demás; o entre la santidad, cuyo imperativo es darse a los demás, renunciando a lo que es para si mismo. Nuestra labor es recorrer el camino, sin falsas pretensiones, reflexionando en cada momento nuestro recorrido hacia nuestra nueva identidad, continuando el hilo conductor de la consciencia ética desde el principio planteado.

Referencias

Buxarrais M., y Martínez M., y Puig J., y Trilla J. (1997) La educación moral en primaria y secundaria. España. SEP México y Cooperación Española

Cantarell M. (2001). Ética y deontología del servidor público. México. Hobbiton.

Filosofia.org (2008). Ética/moral. Recuperado en febrero de 2008 de http://filosofia.org/filomat/df467.htm

Illich I. (1985). La convivencialidad. México. Joaquín Mortiz. Inciarte E. (1986).

Ortega y Gasset: una educación para la vida. México.SEP – El Caballito. Morín E. (1999)

Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Francia. UNESCO.: Autor.

Rojas Soriano R. (1992). Formación de investigadores educativos. México. Plaza y Valdés

Wikipedia (2008). Conciencia. Recuperado en febrero de 2008 de http://es.wikipedia.org/wiki/Conciencia

1 comentario:

Anónimo dijo...

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